Coordinador Gonzalo Núñez-Lagos Laborda. email: seo-sierradeguadarrama@seo.org Secretario Benjamín Berdiales Fraga.

domingo, 1 de junio de 2025

Crónica ruta Embalse de Los Peñascales

El pasado día 18 de mayo, en colaboración con el Ayuntamiento de Torrelodones, realizamos una ruta ornitológica por los alrededores del embalse de Los Peñascales y las orillas del arroyo Trofas. Nos reunimos en el aparcamiento cercano a la estación de tratamiento de aguas un total de cuatro miembros del Grupo Local y veinte inscritos en la actividad.

Esta ruta es la misma que realizamos el pasado 23 de noviembre, casi llegado el invierno, por lo que  esperábamos poder apreciar las diferencias en el ambiente, las especies y los comportamientos derivados del cambio de estación.

La primera diferencia la disfrutamos ya en las condiciones meteorológicas: si en noviembre el día amaneció frío, neblinoso y lloviznante, ahora teníamos una fantástica mañana soleada, lo que presagiaba una agradable jornada de observación de aves. Además, si en noviembre nos recibieron algunos petirrojos, esta vez comenzamos la actividad bajo los cantos de los incansables ruiseñores, bien ocultos entre la hojarasca.

Como en primavera, y sobre todo en un soto fluvial, la abundancia de hojas hace muy difícil la observación de aves, nos marcamos como uno de los objetivos el identificar cuantas especies pudiésemos por los cantos. Contábamos con la ayuda de varios oídos expertos, y nos apoyamos también en aplicaciones móviles de identificación de cantos, para demostrar que, usadas con criterio, estas aplicaciones pueden ser una ayuda para el oído inexperto.

Así, fuimos identificando entre la arboleda currucas capirotadas, agateadores europeos o verdecillos, entre otros, mientras el embalse se nos aparecía sorprendentemente vacío, sin rastro de la vida que vimos en noviembre sobre sus aguas, más allá de una cada vez más abundante población de aviones comunes, que buscaban insectos a toda velocidad.

Verderón común. Cortesía de Carmen.

Según llegábamos a la cola del embalse pudimos contemplar a un grupo de golondrinas comunes, posadas en el suelo, recogiendo barro para construir sus nidos. En la misma zona se encontraba un pequeño bando de azulones, y, espantados por nuestra presencia, la primera sorpresa del día: salieron volando un par de tarros blancos. En las orillas, y perfectamente camuflados, docenas de galápagos de distintos tamaños y especies.

Galápagos. Cortesía de Ana

Remontando el arroyo seguimos acompañados de los cantos de distintas especies forestales, mientras la parte abierta del valle nos dejaba ver en vuelo a los rabilargos, estorninos o tórtolas turcas. Por los cantos, además, íbamos adivinando la presencia de aves en principio invisibles, pero que conseguíamos encontrar con un poco de paciencia. Vimos así una lavandera cascadeña en lo alto de un árbol, y un reyezuelo sencillo, inquieto e hiperactivo, como siempre.

Lavandera cascadeña. Cortesía de Ana.

El día avanzaba, y comenzaba a apretar el calor. Eran las condiciones perfectas para que comenzasen a levantar el vuelo las rapaces, por lo que permanecimos alerta. Y, efectivamente, no tardaron en aparecer. La primera fue un águila calzada, morfo claro, que se dejó ver con claridad durante un buen rato. pero también nos acompañaron otra calzada de morfo oscuro, las dos especies de milanos, varios buitres leonados, un ratonero y, de forma muy fugaz, volando entre la foresta, un huidizo gavilán.

Águila calzada, morfo oscuro. Cortesía de Ana

Ya en el camino de vuelta, conseguimos ver un bonito ejemplar de pico picapinos, y la gran sorpresa fue poder observar a placer, durante un buen rato, un ruiseñor, cantando a pleno pulmón desde la copa de un árbol. Este pajarito, que canta durante horas sin descanso, se camufla muy bien entre el ramaje de árboles y arbustos, por lo que es muy difícil de observar. Tuvimos mucha suerte.

Buscando aves entre los árboles. Cortesía de Xiomara

Al llegar de nuevo al embalse decidimos rodearlo por su margen derecha. Eso nos dejaba mejor posición para observar los cañizos en busca del siempre esquivo avetorillo. Pero antes de llegar a la orilla, comenzamos a escuchar el aflautado canto de ese fantasma de los sotos que es la oropéndola europea.

Buscando la oropéndola. Cortesía de Rosa.
Al igual que pasa con el ruiseñor, su canto se oye desde largas distancias, pero se camufla tan perfectamente entre el ramaje que es muy complicado observarla. Parecería que sus colores (negro y amarillo) deberían hacerla muy fácil de localizar, pero es precisamente esa combinación de colores la que la hace casi invisible en el bosque. Finalmente, con un poco de constancia, conseguimos verla a placer, cantando a pleno pulmón desde una rama.


Tras este éxito, nos decidimos a atacar a lo que debería ser el plato fuerte del día. Nos establecimos en un pequeño claro en la orilla usado por los pescadores, y apuntamos los telescopios y prismáticos hacia las cañas de la otra orilla, fijándonos en cada movimiento que pudiese delatar al primo pequeño de las garzas.
Buscando al avetorillo. Cortesía de Xiomara.
Finalmente, alguien dio el aviso. Había visto algo moverse, muy lentamente, por la orilla. Dirigimos todos nuestros ojos hacia donde nos estaban indicando y... ¡bingo! allí estaba. Afortunadamente no se sentía muy amenazado, por lo que iba moviéndose muy lentamente por la zona, pero sin emprender el vuelo. Esto hizo que pudiésemos enfocarlo con los telescopios y que todo el mundo tuviese la oportunidad de verlo a placer. ¡Qué belleza de animal!
Avetorillo común. Cortesía de Javier.
Estuvimos un buen rato disfrutando de él. Cuando todo el mundo quedó satisfecho, emprendimos, ya a paso ligero, el camino de vuelta hacia el punto de llegada, porque el calor ya apretaba y nos encontrábamos en una zona con muy escasas sombras. Pero, antes de finalizar, el día todavía nos deparaba un par de sorpresas. Antes de llegar al muro de la presa, nos salió al paso un papamoscas gris, y, ya en la parte baja del muro, pudimos ver correteando un andarríos chico, con el que dimos por finalizada una jornada que, con un total de 33 especies, algunas nada fáciles de encontrar, dejó un muy agradable sabor de boca entre los asistentes.

Muchas gracias a todos los inscritos por vuestra asistencia e interés, a Ana, Beatriz y Javi por vuestra ayuda, y a Ana, Carmen, Javier, Rosa y Xiomara por vuestras fotos. Espero que nos veamos en la próxima.


miércoles, 7 de mayo de 2025

Ruta ornitológica en Torrelodones - Completa

Debido a la gran aceptación que ha tenido esta actividad, lamento comunicaros que hemos completado el aforo que teníamos previsto, por lo que damos por finalizadas las inscripciones.

Muchas gracias a todos por vuestro interés, y disculpad los que os hayáis quedado fuera. Esperamos poder contar con vosotros para la próxima.



lunes, 5 de mayo de 2025

Ruta ornitológica primaveral en Torrelodones

El próximo día 18 de mayo de 2025, de la mano de SEO Sierra de Guadarrama y el Ayuntamiento de Torrelodones, daremos un paseo de 9 a 13 horas para conocer el entorno natural presente en la urbanización de Los Peñascales, entre Torrelodones, Hoyo de Manzanares y Las Matas. 

En concreto haremos una ruta circular que bordeará el embalse de Los Peñascales y remontará el Arroyo de Las Trofas, que lo alimenta. Comprobaremos cómo ha cambiado la fauna y sus costumbres entre las que se quedaron invernando, y que tuvimos la ocasión de contemplar en la salida de noviembre, y las que ahora están en pleno proceso de cortejo, nidificación y cría. Es una ruta sencilla, con poco desnivel, apta para casi cualquier persona. 

Quedaremos en el pequeño aparcamiento junto a la oficina de abastecimiento de agua, a los pies de la presa, en la urbanización de Los Peñascales, a las 8:45.

¡Os esperamos!



miércoles, 16 de abril de 2025

El reino de las rapaces en una naturaleza exultante

Crónica Parque Nacional de Monfragüe y Embalse de Arrocampo - Marzo 2025

“¡Una culebrera, una culebrera!”, así gritaba de emocionada, en el mirador del Salto del Gitano, Bea, una de las pajareras que disfrutaron de nuestro fin de semana en el Parque Nacional de Monfragüe y el Embalse de Arrocampo. La emoción de Bea no era para menos, y es que, justo en el desfiladero frente al grupo, se había posado una culebrera europea que pudimos avistar en todo su esplendor durante un largo rato.

Salto del Gitano en Monfragüe

Pero el viaje organizado por SEO Sierra de Guadarrama había comenzado la tarde anterior, en la que parte del grupo hizo parada en la zona del Sierro en Almaraz para disfrutar de las orquídeas que por allí florecen y que están recogidas en el Catálogo de Especies Protegidas de Extremadura. En este paraje, pudimos observar un gran número de estas peculiares y bellas flores, como la Neotinea conica, Orchis italica, la Anacamptis champagneuxii o la Ophrys tenthredinifera.  ¡No solo de aves vive el hombre!

Embalse de Arrocampo

Tras hacer noche en Toril, el sábado tocaba madrugar para empezar con nuestro intenso fin de semana pajarero. La primera parada, el Embalse de Arrocampo, que forma parte de la Reserva de la Biosfera de Monfragüe y que constituye un espacio ornitológico de primera clase. La mañana amaneció fresquita, después de caer una buena helada, pero en el Observatorio nº2 pronto empezamos a entrar en calor escuchando y viendo aves características de este tipo de hábitat, como el cistícola buitrón, la cogujada montesina, la curruca cabecinegra o el cetia ruiseñor. Entre las eneas de la orilla, descubrimos a una de las aves más esperadas: el calamón común. Su brillante tono azulado y su llamativo pico destacaba entre las cañas, a poca distancia de nosotros.

Calamón común.

En las espadañas también pudimos observar a un precioso ruiseñor pechiazul y a una tarabilla común, además de escuchar al rascón europeo. Desde este mismo observatorio, el grupo divisó también muchas otras especies de aves en vuelo y posadas, como la agachadiza común, las garcetas común y grande, la garza real, el cormorán grande, la cigüeña blanca, o el escribano triguero.

A continuación, nos desplazamos al Observatorio nº4, en el que a nuestra llegada nos recibió una bandada de moritos comunes. Esta ave zancuda de pico largo y curvado, y tonos pardos y rojizos tornasolados, es una de las más preciadas de los humedales en España. Los cantos de otras aves también estaban muy presentes, destacando la buscarla unicolor o el cistícola buitrón. Además de ver otro calamón común, otras especies de las que pudimos disfrutar en este observatorio fueron el milano negro, el alcaudón real, el avión roquero o la golondrina común.

Antes de acercarnos al siguiente observatorio, era imprescindible parar en Saucedilla para visitar la importante colonia de cernícalos primilla que habita en su iglesia. En total, en su tejado anidan todos los años entre 15 y 20 parejas, y esto ha conferido al pueblo la designación de Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Todo un lujo ver y escuchar a los primillas sobrevolar la iglesia y observar cómo interactuaban entre machos y hembras.

Nuestra última parada en Arrocampo fue en el Observatorio nº5, donde nos esperaba una de las estrellas del día: el elanio común o elanio azul. Fue emocionante poder divisar a pocos metros varios ejemplares de esta elegante rapaz de tonos blancos y grisáceos, con su llamativo ojo coral enmarcado por una definida línea negra. En este mismo punto, disfrutamos de lo lindo de numerosas limícolas como la agachadiza común, el andarríos chico y grande, el archibebe común y claro, el chorlitejo chico o el combatiente. También observamos a placer otras aves típicas de este humedal, como el morito común, la garcilla bueyera, el cormorán grande o la garceta común. Además, nos alegró con su paso en vuelo una pareja de críalos.

Elanio común.

Parque Nacional de Monfragüe

Tras nuestra incursión en Arrocampo y Saucedilla, ya estábamos deseando adentrarnos en los territorios del Parque Nacional de Monfragüe. Empezamos nuestro recorrido en el mirador de la Portilla del Tiétar, donde las rapaces nos sobrevolaban posándose en el macizo rocoso frente a nosotros. Aquí observamos a placer al águila imperial, unos cuantos buitres leonados y negros, y al esperado alimoche, una especie común en zonas montañosas de la Península, pero que ha visto decaer su población de manera alarmante en las últimas décadas.

Alimoche común.

Antes de parar a comer, nos asomamos a otros miradores de la carretera, buscando, sin éxito, nidos de buitre negro. Eso sí, avistamos con regocijo a un zorro paseándose en la orilla contraria del río. Ya tocaba hacer un descanso después de la mañana pajarera, así que hicimos parada y fonda en el mirador de La Tajadilla. Mientras saciábamos hambre y sed con ricas viandas, nos fue imposible dejar de observar numerosas aves. Justo en frente de nosotros, avistamos dos alimoches en pleno aparejamiento, además de ver pasar milanos negros, perdiceras y otras rapaces.

Tras un breve café en Villarreal de San Carlos, donde había numerosos aviones y golondrinas, dimos un agradable paseo junto al río desde la Fuente del Francés. Aquí, los amantes de la herpetología también aprovecharon para ‘cotillear’ lo que habitaba en un abrevadero: tritones ibéricos y salamandras.

Parte del grupo durante el viaje.

La tarde aún nos reservaba emociones fuertes, sobre todo para los primerizos en Monfragüe. Y es que el Salto del Gitano no defraudó a nadie. En este conocido observatorio, pudimos deleitarnos con decenas de buitres leonados volando alrededor de los macizos y posándose continuamente en sus nidos. A muchos nos impresionó la cercanía con la que se pueden divisar a estas majestuosas aves. 

Buitres leonado y negro.

Pero, sin duda, la estrella de la tarde fue la culebrera europea, que nos cautivó con su presencia en su posadero frente al Salto del Gitano, uno de los enclaves más populares de Monfragüe. Con su considerable porte y su llamativa cabeza pivotante, que mueve de manera similar a los búhos, emocionó a más de uno del grupo. No nos cansábamos de admirarla, pero otras aves pedían también su protagonismo, como un precioso halcón peregrino que vino a posarse en una de las rocas durante un buen rato, o un roquero solitario con su bonito colorido negro azulado. Además, nuestros telescopios y prismáticos pudieron disfrutar a placer de varias cigüeñas negras, dos de ellas también en nido, una de las especies más buscadas en este parque nacional.

Culebrera europea.

Tras semejante atracón ornitológico, nos recogimos a cenar en la casa rural, donde aún nos aguardaba la sorpresa de encontrar a unas vecinas inesperadas: tres espléndidas lechuzas que habitaban en los alrededores.  

Castillo de Monfragüe

El domingo quisimos aprovechar al máximo nuestra última mañana en Monfragüe. Tras una breve parada para ver desperezarse a los buitres en la Portilla del Tiétar, desplegando sus alas para secarse y emprender el vuelo, decidimos realizar la subida desde la Fuente del Francés al Castillo de Monfragüe. Aunque la mañana comenzó con algo de lluvia, según avanzábamos las nubes iban dando paso al sol. Durante el ascenso, bastante llevadero, disfrutamos de la vegetación existente en este lugar, ya incipiente con el inicio de la primavera. Entre las especies arbóreas, quejigos, cornicabras o acebuches; entre los arbustos y plantas, durillos, madroños, gamones o brezo blanco.

Observatorio de la Portilla del Tiétar.

Tras un primer tramo, hicimos un descanso en uno de los miradores con restos del castillo, desde el que ya se obtienen unas impresionantes vistas al parque. Aquí, nos sorprendieron los buitres pasando al ras de nuestras cabezas camino del cercano Salto del Gitano. También descubrimos a lo lejos una pareja de alimoches en plena faena reproductora. Finalmente, llegamos a la parte mejor conservada del Castillo, donde nos deleitamos con el ir y venir de buitres negros y leonados, que tienen sus nidos en las peñas próximas a la fortaleza.  

Parte del grupo durante la subida al Castillo.

Para terminar la mañana, realizamos una visita guiada a la Cueva del Abrigo, que alberga muestras de arte rupestre realizadas desde la época Epipaleolítica, hace unos 9.000 años, hasta la Edad del Hierro, hace unos 2.500 años. Mientras esperábamos a visitarla, aún quedaba tiempo de pajarear y descubrimos a un elegante grupo de espátulas en vuelo que terminó de alegrarnos el día.

Muchos nos llevamos de Monfragüe y Arrocampo unos cuantos ‘bimbos’, entre rapaces, limícolas y acuáticas, que esperamos volver a avistar muy pronto en estos bellos espacios naturales. 

Gracias a Luis Cabrejas por cedernos sus magníficas fotos para ilustrar esta crónica.

 

viernes, 7 de febrero de 2025

CRÓNICA VIAJE PAJARERO A SANTOÑA 2025

El fin de semana del 18 y 19 de enero, buena parte del Grupo Local SEO Guadarrama viajó hasta Cantabria para disfrutar de las numerosas aves que llegan en invierno hasta el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel. Allí, pudimos deleitarnos con el avistamiento de un gran número de limícolas como zarapitos, archibebes, chorlitos o correlimos; anátidas como silbones, rabudos, barnaclas carinegras, cucharas o frisos; y de otras aves acuáticas como colimbos, araos, cisnes, somormujos o zampullines. Sin duda, todo un espectáculo para los amantes de las aves. 

Vistas desde la pasarela de Sollagua.

Día 1: Sollagua, pólder de Escalante, Montehano, Bengoa, Laredo y Colindres.

Debido al horario de las mareas, el sábado tocaba madrugar y pasar un poco de frío a primera hora de la mañana para hacer nuestra primera parada en el Mirador de Sollagua, en Cicero. Nada más llegar, ya nos esperaban los incesantes cantos de los zarapitos reales y trinadores. Con la ayuda de telescopios y prismáticos, pudimos comenzar a observar un sinfín de aves acuáticas. Para nuestra sorpresa, avistamos cuatro flamencos que llevan un tiempo viviendo en la marisma. Pero, además, observamos numerosos de los ya citados zarapitos, y otras limícolas como los archibebes común y claro, el chorlito gris o el correlimos común. Aunque a lo lejos, también pudimos ver nutridos grupos de gaviotas patiamarillas y reidoras.

Zarapito trinador.

Tras un buen rato disfrutando del paisaje, nos desplazamos en la misma zona a la conservera de Sollagua, donde, además de las aves ya citadas, avistamos a placer algunas anátidas, como silbones y rabudos, además de ostreros y cisnes. Para nuestro asombro, también pudimos ver un grupo de correlimos gordos junto a sus parientes los comunes. Además del gran número de aves acuáticas, y sin menospreciarlos, nos llevamos vistos un par de estorninos pintos.

La mañana no había terminado para el grupo, así que a continuación nos desplazamos en coche al pólder de Escalante, situado a pocos kilómetros. Allí, pudimos observar avefrías, archibebes comunes, zarapitos reales y cercetas comunes. Además, disfrutamos de lo lindo de un halcón peregrino que se posó en la vecina cantera. Sin embargo, nos fuimos un poco tristes tras no encontrar ni al pigargo ni al águila pescadora, avistados ambos en los días previos.

Parte del grupo observando aves.

Continuamos nuestra ruta hacia el vecino Monasterio de Montehano, otro lugar emblemático para el avistamiento de aves en la marisma. En este punto, tuvimos la oportunidad de deleitarnos bien de cerca con las dos especies de zampullines invernantes en Santoña: el cuellinegro y el cuellirrojo. Además, observamos somormujos y, a algunas de las ya citadas limícolas, se sumó un andarríos chico. Aquí, también avistamos por primera vez en el día otras especies como la espátula, la garceta común o la garza real.  En este entorno, disfrutamos además de un aguilucho lagunero, una de las rapaces más destacadas de este ecosistema.

Monasterio de Montehano.

Zampullín cuellinegro.

Para terminar la productiva mañana, el grupo hizo la última parada en el camino de la marisma de Bengoa, en la zona de las conserveras. Aquí, pudimos observar a placer un buen número de anátidas, entre las que se encontraban especies como el pato cuchara, el ánade friso, el porrón común y el moñudo, la cerceta común, la focha común y el ánade rabudo. Además, avistamos por primera vez en el viaje el colimbo grande, una de las aves acuáticas procedentes del norte de Europa que pasa los inviernos en Santoña.

Ánade rabudo.

Tras una merecida parada para comer, el grupo decidió dirigirse hacia Laredo en busca de la gaviota cocinera, una especie poco habitual en estas latitudes. Allí, hicimos parada en la playa de Salvé, donde avistamos las consabidas gaviotas reidoras, cabecinegras y patiamarillas. Pero el plato fuerte (ni mejor dicho), lo tuvimos en el puerto deportivo, donde la mencionada gaviota campaba a sus anchas, pudiendo observarla a placer durante un buen rato.

Gaviota cocinera.

Para terminar el día, una parte del grupo decidió desplazarse a Colindres, donde volvieron a ver numerosas anátidas y limícolas, entre las que destacó el vuelvepiedras, otro migrador procedente del norte de Europa.

Tras un pequeño descanso, la jornada terminó, por supuesto, con unas merecidas cañitas acompañadas por delicias de la gastronomía local, entre las que no faltaron las famosas anchoas de Santoña.

Día 2: Pólder de Escalante, Molino de mareas de Jado en Argoños y excursión en barco.

El domingo nos despertamos con ganas para afrontar uno de los eventos más esperados del viaje a Santoña: la excursión en barco por el estuario del Asón. Pero antes, hacíamos parada una vez más en el pólder de Escalante, esperando poder avistar el ansiado pigargo. Sin embargo, no hubo suerte para el grupo y nos tuvimos que conformar con las limícolas, garzas y garcetas que poblaban el lugar.

Parte del grupo junto a la ría de Argoños.

A continuación, nos dirigimos a uno de los rincones con más encanto de la zona: el paseo junto a la ría de Argoños y el Molino de mareas de Jado. Una pasarela de madera recorre la orilla de la ría, en la que pudimos observar a corta distancia numerosas anátidas, entre las que destacaban los frisos y azulones. Asimismo, disfrutamos una vez más de limícolas como los archibebes común y claro, los zarapitos y el andarríos chico. Y también observamos a placer una espátula, que capturaron con su cámara fotográfica algunos de los asistentes.

Espátula común.

Para culminar nuestro viaje pajarero en Santoña, nos quedaba una de las actividades más esperadas: la excursión en barco por el estuario del Asón de la mano de la empresa Aves Cantábricas. Durante el trayecto, pudimos disfrutar de un gran número de aves acuáticas invernantes a corta distancia de la embarcación. 

El barco partiendo del puerto de Santoña.

Sin duda, las estrellas del recorrido fueron dos araos, el eider y varios colimbos grandes, aves que pasan la mayor parte del año en el norte de Europa. Entre las innumerables aves observadas desde el barco, también cabe destacar el zampullín cuellirojo, el charrán patinegro, varios cisnes, tarros blancos, varias especies de limícolas como agujas colinegras y colipintas, y correlimos tridáctilo, o el cormorán moñudo. Un momento mágico fue el encuentro con un numeroso grupo de barnaclas carinegras que, con su belleza exultante y sonoros graznidos, cautivaron a los pasajeros del barco. 

Izqda. Colimbo grande. Dcha. Eider común.

Barnaclas carinegras.

Sin lugar a dudas, fue el colofón de un inolvidable fin de semana pajarero en tierras cántabras que esperamos repetir el próximo año.   

Créditos de las fotos: Luis Cabrejas, Javier Barrón y Sonsoles Lumbreras.







miércoles, 27 de noviembre de 2024

Crónica Ruta por los Peñascales

El pasado día 23 de noviembre, un nutrido grupo de integrantes del Grupo Local, acompañados de un más nutrido aún grupo de simpatizantes y amigos nos reunimos al pie de la presa del embalse de Los Peñascales, dispuestos a realizar una ruta, promovida por el Ayuntamiento de Torrelodones, por los alrededores del citado embalse y remontando el arroyo Trofas, que lo alimenta.

El día amaneció bastante desagradable: frío, brumoso y lloviznando, circunstancias que no son muy favorables para la observación de aves, primero, porque éstas reducen su actividad, y segundo, porque las condiciones de luz y visibilidad hacen que sea más complicado distinguirlas. Aun así, ya en el punto de encuentro, y antes de empezar la ruta, pudimos disfrutar de los cantos de los petirrojos, omnipresentes, de las evoluciones de un bandito de mitos, y la primera sorpresa de la mañana, un picogordo, que revoloteó un momento, se posó en un chopo y, al cabo de un momento, nos abandonó.

Comenzamos el camino remontando hasta lo alto del muro de la presa. La llovizna fue aumentando de intensidad, y, para cuando teníamos a la vista la lámina de agua, ya era lluvia en condiciones. Dudamos un momento, pero finalmente decidimos continuar, dejando abierta la posibilidad de regresar si veíamos que iba a peor. Afortunadamente, no fue así, y al poco tiempo cesó la lluvia, dejándonos sólo la bruma que se posaba sobre las aguas del embalse.


No tardaron en aparecer los primeros habitantes del lugar: los martines pescadores pasaban disparados a nuestro lado cambiando de posaderos a nuestro paso, mientras comenzábamos a ver algunos azulones. Sin embargo, otra de las estrellas de la jornada estaba aún por aparecer: en los juncos de la orilla opuesta comenzamos a ver a los avetorillos, algunos, casi inmóviles, eran poco menos que invisibles, pero algún otro nos regaló una fantástica estampa, moviéndose lentamente por entre las cañas, buscando un buen lugar para su caza matutina. Pocas veces lo habíamos visto tan a las claras, lo que hizo las delicias de todos los asistentes.

Llegando a la parte más alta del embalse entramos en el territorio de los azulones, que comían tranquilamente, compartiendo las aguas con las ruidosas gallinetas. De nuevo, un visitante un tanto inesperado hipnotizó a grandes y pequeños: un martín pescador, confiado como pocos, posado en su percha, a la vista de todos, que hizo que disfrutáramos de lo lindo de tan hermosa ave.


Comenzamos a remontar el arroyo Trofas. El bosque se cerraba sobre nosotros, reduciendo mucho la visión del valle. Comenzamos a guiarnos por nuestro oído (y por alguna aplicación del móvil) para identificar a los petirrojos, trepadores azules, mitos, mosquiteros comunes, ruiseñores bastardos... De vez en cuando aparecían entre la bruma, dejándonos ver sus movimientos por entre las ramas de los árboles.


Más adelante el camino se encarama a la ladera dejando atrás los árboles, abriendo la visión y ganando una bonita perspectiva sobre el valle. Entramos en el terreno de los rabilargos, donde también pudimos observar a un buen número de estorninos, palomas torcaces y tórtolas turcas.


Pero antes de llegar al punto más alto de la ruta, todavía nos quedaba una última e inesperada sorpresa. Observando entre las ramas un grupo de carboneros comunes y garrapinos, se nos presentó sin avisar un bonito pico menor. Al poco, y en el mismo árbol, su primo, el picapinos.


Emprendimos entonces el regreso, deshaciendo el camino junto al arroyo, y recorriendo la orilla opuesta del embalse, intentando ver a los avetorillos desde otra perspectiva, pero ya no volvieron a aparecer.


Llegamos a los pies del muro de la presa buscando algún limícola, y, ¡oh, sorpresa! lo que nos encontramos fue un hurón correteando por la orilla del arroyo. En cuanto nos vio escapó trepando por la presa y desapareciendo al otro lado. Bonito colofón a la ruta.

En resumen, un buen día de observación de aves, a pesar del tiempo, por una zona por la que no acostumbrábamos a movernos, y en la que, sin duda, repetiremos salida, porque nos da la impresión de que aún no ha dicho su última palabra.

Muchas gracias al Ayuntamiento de Torrelodones por su apoyo, a todos los miembros del grupo que nos acompañaron y me ayudaron mucho en la gestión de un grupo tan grande, y a todos los asistentes por su interés y el buen ambiente que propiciaron. Gracias, además, a Ana, Carmen, Coralie, Gonzalo y Sonsoles por sus fantásticas fotos.

Os esperamos a todos en la siguiente salida.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Ruta ornitológica en Torrelodones

El próximo día 23 de noviembre de 2024, de la mano de SEO Sierra de Guadarrama y el Ayuntamiento de Torrelodones daremos un paseo de 9 a 13 horas para conocer el entorno natural presente en la urbanización de Los Peñascales, entre Torrelodones, Hoyo de Manzanares y Las Matas. 

En concreto haremos una ruta circular que bordeará el embalse de Los Peñascales y remontará el Arroyo de Las Trofas, que lo alimenta. Podremos disfrutar de dos ambientes naturales distintos: uno palustre y otro boscoso, en los que podremos identificar las aves que quedan con nosotros a pasar el invierno. Es una ruta sencilla, con poco desnivel, apta para casi cualquier persona. 

Quedaremos en el pequeño aparcamiento junto a la oficina de abastecimiento de agua, a los pies de la presa, en la urbanización de Los Peñascales, a las 8:45.

¡Os esperamos!